19 de agosto de 2025

Evangelio


Jesús dijo entonces a sus discípulos: "Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos.
Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos".
Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?".
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible".
Pedro, tomando la palabra, dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
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Primera Lectura


El Angel del Señor fue a sentarse bajo la encina de Ofrá, que pertenecía a Joás de Abiézer. Su hijo Gedeón estaba moliendo trigo en el lagar, para ocultárselo a los madianitas.
El Angel del Señor se le apareció y le dijo: "El Señor está contigo, valiente guerrero".
"Perdón, señor, le respondió Gedeón; pero si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Dónde están todas esas maravillas que nos contaron nuestros padres, cuando nos decían: 'El Señor nos hizo subir de Egipto?' Pero ahora él nos ha desamparado y nos ha entregado en manos de Madián".
El Señor se volvió hacia él y le dijo: "Ve, y con tu fuerza salvarás a Israel del poder de los madianitas. Soy yo el que te envío".
Gedeón le respondió: "Perdón, Señor, pero ¿cómo voy a salvar yo a Israel, si mi clan es el más humilde de Manasés y yo soy el más joven en la casa de mi padre?".
"Yo estaré contigo, le dijo el Señor, y tú derrotarás a Madián como si fuera un solo hombre".
Entonces Gedeón respondió: "Señor, si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres realmente tú el que está hablando conmigo.
Te ruego que no te muevas de aquí hasta que yo regrese. En seguida traeré mi ofrenda y la pondré delante de ti". El Señor le respondió: "Me quedaré hasta que vuelvas".
Gedeón fue a cocinar un cabrito y preparó unos panes sin levadura con una medida de harina. Luego puso la carne en una canasta y el caldo en una olla; los llevó debajo de la encina y se los presentó.
El Angel del Señor le dijo: "Toma la carne y los panes ácimos, deposítalos sobre esta roca y derrama sobre ellos el caldo". Así lo hizo Gedeón.
Entonces el Angel del Señor tocó la carne y los panes ácimos con la punta del bastón que llevaba en la mano, y salió de la roca un fuego que los consumió. En seguida el Angel del Señor desapareció de su vista.
Gedeón reconoció entonces que era el Angel del Señor, y exclamó: "¡Ay de mí, Señor, porque he visto cara a cara al Angel del Señor!".
Pero el Señor le respondió: "Quédate en paz. No temas, no morirás".
Gedeón erigió allí un altar al Señor y lo llamó: "El Señor es la paz". Todavía hoy se encuentra ese altar en Ofrá de Abiézer.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
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Salmo


Voy a proclamar lo que dice el Señor:
el Señor promete la paz,
la paz para su pueblo y sus amigos,
y para los que se convierten de corazón.

El Amor y la Verdad se encontrarán,
la Justicia y la Paz se abrazarán;
la Verdad brotará de la tierra
y la Justicia mirará desde el cielo.

El mismo Señor nos dará sus bienes
y nuestra tierra producirá sus frutos.
La Justicia irá delante de él,
y la Paz, sobre la huella de sus pasos.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
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Comentario


Dios mío, ¡usted es divinamente bueno! Si hubiera llamado primero a los ricos, los pobres no hubieran osado aproximarse. Se hubieran creído obligados a permanecer apartados a causa de su pobreza, lo mirarían desde lejos dejando a los ricos rodearlo. (…) ¡Qué bueno es! ¡Tomó los medios adecuados para llamar entorno suyo, juntos, a todos sus hijos, sin excepción! ¡Qué consuelo ha puesto hasta el fin de los siglos en el corazón de los pobres, de los pequeños, de los despreciados por el mundo! Les mostró desde su nacimiento que ellos son los privilegiados, sus favoritos, primeros llamados. Los llamó siempre al lado suyo y quiso ser uno de ellos, desde la cuna y toda su vida, siempre rodeado por ellos.

Dios no asimiló la salvación a la ciencia, la inteligencia, la riqueza, una larga experiencia o dones raros y que no recibieron todos. Él la asimiló a lo que está entre las manos de todos, absolutamente todos, jóvenes y ancianos, hombres de toda edad y clase, de toda inteligencia o fortuna. Asimiló la salvación a algo que todos pueden dar, con un poco de buena voluntad. Para ganar el cielo, Jesús demanda humildad, hacerse pequeño, tomar el último lugar, obedecer. En otras palabras: pobreza de espíritu, pureza de corazón, amor a la justicia, espíritu de paz. Esperemos, ya que por la misericordia de Dios la salvación está junto a nosotros, entre nuestras manos y es suficiente un poco de buena voluntad para obtenerla.


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