sábado, febrero 3rd, 2024
Publicado por congregacion
Antes de empezar: recordemos el recorrido de las Catequesis del Amor Humano. Aunque pueda parecer reiterativo, nos conviene caminar este itinerario una y otra vez, para contemplar el perfecto sentido que tiene cada paso, la lógica interna y cómo responde a los anhelos de nuestro corazón.
I. Despertar
En la unidad anterior observamos el recorrido que cualquier hombre realiza para conocer: primero la experiencia, que despierta el asombro y, con él, la pregunta por la realidad a la que se enfrenta; esta pregunta (en último término ¿quién soy?) le lleva al origen. La experiencia de la realidad de Adán y Eva (y de cualquier hombre) no puede tenerse sino a través del cuerpo y gracias al cuerpo. El cuerpo, que es la persona misma, permite al hombre entrar en relación con la realidad, con la creación y, por tanto, conocerla, relacionarse con ella, abrazarla, trabajarla, transformarla, dominarla… Todo fue dado al hombre para su disfrute. El hombre fue colocado en medio de la creación, siendo la creatura más perfecta. La única criatura que es persona, es decir, la única creatura capaz de relacionarse y amar. Es ser humano, el hombre y la mujer, son las únicas criaturas amadas por sí mismas.
II. Descubrir
¿Cuándo descubre esto el hombre? Volvamos al Génesis, que es donde Jesús lleva a los fariseos cuando le preguntan , en el fondo, cómo amar. En el Génesis hay dos relatos de la creación.
Sabemos que Génesis 1 y 2 tienen un diferente estilo y que son dos relatos diferentes, pero no contradictorios, sobre la Creación. Se han estudiado1 mucho y el Papa les dedica las primeras catequesis. Resaltemos dos enseñanzas del Génesis que nos parecen esenciales para la nuestra comprensión hoy: las llamadas experiencias originarias y los llamados significados del cuerpo.
– Experiencias originarias:
¿Qué significa “experiencia”? Para los personalistas es un medio para el conocimiento. Es la persona que actúa: algo que solo puede hacer la persona. El sujeto personal a través de la acción (es decir, de la autodeterminación) y de la relación con la realidad, puede revelarse a sí mismo. Puede comprenderse, conocer y conocerse.
Con este concepto de experiencia, veamos qué experiencias tuvieron Adán y Eva, cuando estaban en una situación de inocencia originaria (plenos de gracia, en comunión total), es decir lo que se relata en el Génesis antes del pecado. O sea, qué experiencias originarias tuvieron. Se llaman originarias no solo porque se dieron en el origen, sino porque son originales de todo hombre y porque son fundantes, quedan como en el fondo de ser persona y no se borran ni siquiera por el pecado. De manera que incluso hoy, podemos encontrar un eco en nosotros de esas experiencias que nos responden a la pregunta “quién soy”. Interesante.
¿Qué experiencias originarias existen? Son tres, soledad originaria, unidad originaria y desnudez originaria. Definámoslas brevemente, aunque conviene ahondar en lo que el Papa San Juan Pablo II quiso expresar con ellas, pues en tanto en cuanto las comprendamos, podemos comprendernos bien a nosotros mismos hoy.
• Soledad originaria. El hombre en el Génesis se da cuenta de que está solo. Hay dos significados de esa soledad: uno que se deriva de la naturaleza misma del hombre, es decir de su humanidad2. Esto significa que en la creación no había otro ser humano como él. Esto significa que el hombre se encuentra desde el inicio de su existencia frente a Dios como en búsqueda de la propia entidad, en búsqueda de la definición de sí mismo. Y se da cuenta de lo que él “no es”. Tiene una relación única, exclusiva e irrepetible con Dios mismo3. Soledad no es aislamiento, sino que significa subjetividad del hombre la cual se constituye a través del autoconocimiento. El hombre está solo porque es diferente del mundo de los seres vivientes. Y de esto es consciente a través de su cuerpo (El cuerpo mediante el cual el hombre participa del mundo creado visible, lo hace al mismo tiempo consciente de estar “solo”4). Es un hombre creado en el mundo visible como cuerpo entre los cuerpos. Es además un hombre que puede morir (en caso de desobedecer el mandato de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal). Y que tiene alternativa entre la inmortalidad y la muerte.
Otro significado de la soledad se deriva de la relación hombre-mujer.
• Unidad originaria. La soledad del hombre, decíamos, no es aislamiento. Es una experiencia que necesariamente se abre a la unidad. Cristo da la clave en su conversación con los fariseos citando las palabras del Gn 2, 24: dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a la mujer y serán los dos una sola carne (Mt 19,5). “La unidad originaria se basa en la masculinidad y en la feminidad, precisamente en la diferenciación sexual, casi como en dos “encarnaciones” diferentes, esto es, en dos modos de “ser cuerpo del mimo ser humano, creado “a imagen de Dios5.
Cuando el varón ve a la mujer se alegra y exclama ¡esta sí que es ya hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta se llamará varona, porque del varón ha sido tomada” (Gn 2, 23), implica una creación con la misma dignidad y valor, es lo que significa haber sido tomada de la costilla del hombre: ha sido precisa la exclusividad de la acción de Dios en la obra de la creación de la mujer. El hombre no tiene en ella participación alguna consciente. Varón y mujer tienen una naturaleza común, tienden a la unidad.
La apertura de la unidad prepara a la comunión de las personas. Y se expresa como supresión del límite de la soledad. El varón y la mujer se perciben DON ante Dios y también DON el uno para el otro. Esa “ayuda” a la que hace referencia el libro del Genesis habla de comunión y se deriva del hecho mismo de existir como persona “junto” a una persona. Se produce un encuentro en su diferencia. Hombre y mujer son diferentes pero llamados a la unidad. Están llamados a vivir una reciprocidad particular.
La imagen de Dios se expresa en ser varón y mujer “el hombre se ha convertido en imagen y semejanza de Dios no solo a través de la propia humanidad, sino a través de la comunión de las personas que hombre y mujer forman desde el principio”6.
Cuando Adán ve a Eva se reconoce a sí mismo “mi carne” “mis huesos”. El cuerpo revela al hombre.
La teología del cuerpo que desde el principio está unida a la creación del hombre a imagen de Dios se convierte en cierto modo también en teología del sexo o mejor en teología de la masculinidad y de la feminidad, que aquí en el libro del Génesis tiene su punto de partida7.
La experiencia de la unidad tiene una ética y una dimensión sacramental.
• Desnudez originaria. El relato del Génesis cuenta que “estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, sin avergonzarse de ello”. Es decir, se muestran el uno al otro tal cual son, sin ningún ropaje, sin esconder nada, porque tenían plenitud en la comprensión del significado del cuerpo. Cada uno hace experiencia de recíproca del cuerpo. El no sentir vergüenza expresa el estado de conciencia en que el hombre hace experiencia de la feminidad y la mujer hace experiencia de la masculinidad. Hombre y mujer perciben la imagen de Dios contenida en el cuerpo. Por estar en un estado de plenitud originaria, ambos veían al otro como un DON de Dios, lógicamente esto les llenaba de gozo, en absoluto les avergonzaba. Es una invitación al amor. Tal estado desaparece tras el pecado y es ahí donde aparece la vergüenza ocasionada por el pecado. No es que el cuerpo se convirtiera en algo digno de vergüenza, sino que la mirada de ambos se enturbia y ya en el cuerpo del otro no ven en absoluto el don que veían antes del pecado.
Por tanto, el cuerpo expresa a la persona en su ser concreto ontológico y existencial, que es algo más que el individuo y por lo tanto, expresa el “yo” humano personal que construye desde dentro su percepción exterior podemos afirmar “YO SOY MI CUERPO”. El cuerpo, a través de la propia visibilidad manifiesta al hombre y, manifestándolo, hace de intermediario, es decir, hace que el varón y la mujer, desde el comienzo se comuniquen entre sí según la communio personarum querida por el Creador precisamente para ellos. Solo esta dimensión nos permite comprender de manera apropiada el significado de la desnudez originaria8.
– Significados del cuerpo: De estas experiencias originarias, y resumiendo las explicaciones que contienen las catequesis de san Juan Pablo II, se pueden desprender tres significados del cuerpo:
• Significado filial: esta expresión no aparece como tal en las catequesis, pero ha sido aceptada, como derivada directamente de la soledad (vengo de otro) y significa que “gracias al cuerpo, entendemos que hemos recibido la existencia de otro y que ese otro puede sostener nuestros pasos. Gracias al cuerpo sabemos que nuestra vida es un viaje cuyo primer origen y último destino están en el Padre, Creador del universo”9.
• Significado esponsal: El cuerpo, precisamente en su masculinidad y feminidad, en su diferencia sexual habla de entrega, de donación de sí, tiene en sí, una llamada al amor. Eso es lo que significa “esponsal”=entrega de sí.
• Significado fecundo: la diferencia está llamada a la unidad en el amor, y es siempre es fecunda, por lo tanto, el cuerpo tiene también un significado fecundo que se concreta en los hijos engendrados en la unión esposal. La fecundidad tiene un significado también ampliado a la generación de vida (en sentido amplio) propia del amor.
Así pues, lo que hemos explicado hasta aquí se refiere a cómo eran el hombre y la mujer según el plan de Dios, antes del pecado. Lo que se llama en Teología del Cuerpo, “hombre originario”. La bondad ontológica de la persona humana no ha sido eliminada por el pecado, pero todo lo creado ha quedado dañado, debilitado después de la ruptura que provocó el pecado. Por eso hoy tenemos dificultad para reconocer la llamada a la unidad, y los significados del cuerpo se desdibujan. Sin embargo, no han desaparecido del todo. En el cuerpo está el mapa que descifra un lenguaje: el del amor, el de nuestro creador. Redescubrirlo, es la finalidad de las Catequesis del Amor Humano, entendiendo su verdad originaria (que toma un significado nuevo porque, después de la redención el nuestro es un cuerpo para la Gloria).
III. Decidir
• Cuestiones para la reflexión
1.- ¿Qué situaciones hoy me hablan de mi soledad originaria? ¿dónde identifico un eco -aunque sea lejano- de esta soledad, la que me dice quién soy, me abre a Dios, me enfrenta a mi límite? Esa experiencia de soledad puede iluminar mi identidad de hoy en día en algo ¿en qué? ¿qué me dice?
2.- ¿Alguna vez he hecho esa experiencia de sentirme de verdad Hijo de Dios? ¿Entiendo la paternidad como algo característico de Dios? ¿Realmente vivo con la certeza de que Dios es mi Padre?
3.- ¿Me siento reafirmado en mi masculinidad por una mujer o en mi feminidad por un hombre? ¿Entiendo la esponsalidad como la capacidad para entregarme, para dar y
4.- ¿Se pueden ignorar los significados del cuerpo? ¿Para qué me pueden valer en el día a día hoy?
1 Insertar referencia bibliográfica para los que quieren seguir investigando y aprendiendo sobre estos dos relatos del Génesis.
2 Catequesis de 10 de octubre de 1979, (cat 5.2)
3 Catequesis de 24 de octubre de 1979 (núm 6,2)
4 Catequesis 6.3.
5 Catequesis de 7 de octubre de 1979, núm 1
6 Catequesis de 14 de noviembre del 1979, núm. 3.
7 Catequesis de 14 de noviembre de 1979 núm. 5.
8 Catequesis de 19 nde diciembre de 1979, núm 5.
9 Granados J. y Anderson C.A. Llamados al amor