“YO SOY EL PAN DE LA VIDA” (P. J. de la Cueva, SJ) – 9

jueves, febrero 1st, 2024



Publicado por congregacion

Tema 9. “YO SOY EL PAN DE LA VIDA”

1. LA TRINIDAD Y LA EUCARISTÍA

La Eucaristía es la expresión y realización más clara (no la única) de la Presencia de Cristo, que desde su Encarnación, y aun después de su subida al cielo, continúa vivo y operante entre nosotros, a quienes no ha abandonado ni abandonará jamás. Él mismo lo ratificó con sus palabras: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.

Esta afirmación la ha cumplido el Señor literalmente: En veinte siglos no ha habido un segundo sin Eucaristía. Además, la Eucaristía es como un “abrazo” de la Trinidad entre sí y con los hombres; porque en ella el Hijo se ofrece al Padre en la unión del Espíritu Santo, incorporando consigo a toda la Iglesia.

2.  EL PAN

Una constante pedagógica de Cristo Evangelio, es partir de las realidades concretas, de todos conocidas y experimentadas, para desde ellas remontarnos hacia las realidades transcendentes, espirituales, de las que no tenemos experiencia ni conocemos.

Era una dificultad insuperable hacer vislumbrar a los hombres lo que iba a ser la Eucaristía. Un año antes de su institución Jesucristo aborda esta revelación inimaginable para nuestra mente, y mucho más aún para la mente judía, dada la idea que tenían de Dios como el Ser puramente espiritual, no asequible a nuestros sentidos, no expresable ni reductible a nuestro espacio y tiempo, cuánto menos a un pedazo de pan.

El pan nos es conocido y familiar; el pan afecta a nuestros cinco sentidos: Se ve, se oye su crujido, se huele, se gusta. “Pan” además es lo que se ha llamado una “protopalabra”. Así se han designado las palabras que se transcienden a sí mismas y vienen a adquirir toda una “constelación” de significados que abarcan múltiples conocimientos y experiencias humanas:

Decimos “ganar el pan”, “trabajar por el pan”, “el pan de cada día”, “compartir el pan”, “negar el pan”, “el pan de los hijos”, “comer el pan de lágrimas o el pan de dolor” … De este modo indicamos diversas realidades, relaciones humanas y aspectos de nuestra vida. De hecho “pan” incluye todo lo que es necesario para la vida del hombre.

3.  EL PAN EN LA BIBLIA

La Biblia recoge todos estos significados y los repite una y otra vez; el pan llena la Escritura. Es imposible una exposición exhaustiva. Citemos como ejemplo:

Gn. 319. Castigo del pecado: “Comerás el pan con el sudor de tu rostro”.

Ex. 128. El cordero en la cena pascual se comerá con panes ázimos, es el “mashá”.

Ex. 1215-20. 133-11. La fiesta de los panes ázimos.

Ex. 1613-36. El pan del “maná”. Mandato de conservar un “gómer” de maná como recuerdo perpetuo.

Lv. 245-9. Los “panes de la proposición o de la presencia” que estarán siempre ante el altar de Yahveh.

1 S. 212-7. David y los suyos comen los panes de la presencia en el santuario de Nob. La tierra de promisión asegura Dios que será abundante en pan.

Elías es alimentado con pan por los cuervos en el torrente Kerit (1 R. 172-6). En Sarepta come el pan de la harina de la viuda que él multiplicó. (1 R. 177-17). Camino del Horeb es confortado por dos veces con el pan que le lleva el ángel (1 R. 195-8).

Todos estos aspectos y otros muchos, que eran bien conocidos por su auditorio, tiene presente Jesucristo cuando afirma “Yo soy el pan de la vida”.

De esta manera en el A.T. se han ido dando datos como anticipo y prenuncio de lo que luego realizará Jesucristo, y nosotros podremos descubrir desde el N.T. después de conocer la Eucaristía.

4.  LA PREPARACIÓN PEDAGÓGICA

Como se ve en Jn 6, el Señor va disponiendo los ánimos y las mentes para la gran Revelación:

-La víspera multiplica los panes y los Así demuestra su compasión, su afán por alimentar a los necesitados, su poder, etc.

-Cuando lo quieren hacer rey, se No busca su triunfo humano ni glorias del mundo.

-Anda sobre las aguas y calma la tempestad, prueba de su dominio sobre los elementos, y la eficacia de su palabra que realiza lo que

-Al día siguiente lo busca la multitud incansablemente hasta encontrarlo en la sinagoga de

-A partir del pan que les ha multiplicado la víspera y del maná, tan importante en todo el T., inicia el sermón eucarístico, resaltando la superioridad del pan que les ofrece sobre el mismo maná del cielo.

5.  CUALIDADES DEL PAN QUE JESÚS PROMETE

-Se trata de un pan admirable, misterioso, desconocido, de un poder extraordinario, pero creíble, porque Jesús ha demostrado que es digno de todo crédito y su palabra es siempre

-Es un pan que viene también del cielo, pero muy superior al maná. Es “el verdadero pan del cielo”.

-Es el don maravilloso del Padre

-Lo ofrece Aquél a quien el Padre ha marcado con su sello

-Es un pan no perecedero

-Da vida, pero una vida de un orden muy superior, no Es capaz de vivificar al mundo entero

-El que lo coma no morirá, vivirá para Será resucitado en el último día

-No tendrá hambre

Todas estas cualidades las repite reiteradamente el Señor, según el sistema “espiral”, frecuente en

Juan, para que las ideas expuestas vayan calando en la mente y en el corazón de los oyentes. Después vendrá la afirmación contundente y desconcertante:

(Jn. 651) “El pan que yo le voy a dar es mi carne”.

En esta realidad insiste el Señor para no dejar lugar ninguno de duda:

Jn. 653-58. “En verdad, en verdad os digo: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros (…) Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Lo mismo que me ha enviado el Padre que vive, y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí…”

Nótese la fuerza de la doble expresión: hace una afirmación, y niega lo contrario: El que come tiene vida, el que no come no tiene vida.

Para evitar la posible confusión de que habrían de comer su carne a bocados. Jesús lo aclara: Se trata de una comida espiritual: (Jn. 663) “El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida.”

De este modo Jesucristo a partir del pan material va ascendiendo hasta el misterio insondable: la Eucaristía.

6.  ÁMBITOS DE LA EUCARISTÍA

La Eucaristía es sin duda la genialidad más grande de toda la historia del hombre. Nadie hubiera podido imaginarla, nadie que no fuera el mismo Dios. El genio es capaz de profundizar en los conocimientos, y después sintetizarlos y exponerlos incluso de manera lo más sencilla posible. En este sentido la Eucaristía desborda en grado infinito todas las genialidades que pudiéramos aducir.

Con elementos tan cotidianos, caseros, asequibles como el pan y el vino, con palabras tan transparentes como “esto es mi cuerpo, ésta es mi sangre” Jesucristo resume y sintetiza todos los misterios de nuestra fe.

Permanencia: Quizás lo primero que aparece es la realidad de que Jesucristo se queda con Ha encontrado la manera de hacernos ver (por supuesto mediante la fe) que, aunque está glorificado en el cielo, continúa en nuestra tierra “acampado” entre nosotros en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

Al ser la Eucaristía Sacramento permanente, y “habitar” Jesús en el sagrario, nos dice que convive con los hombres y que podemos acudir a Él con nuestras penas, alegrías, peticiones, agradecimientos…

Comida: No sólo se queda, se da en Nos hace ver que como para mantener la vida natural se requiere el alimento, así para la vida sobrenatural es necesario comerlo a Él. (¡!).

Es manifestación de hasta qué punto nos ama, al entregarse por completo todo absolutamente lo que Él es, y fusionarse con nosotros en una intimidad absoluta. En la comida que tomamos transformamos sus elementos en nuestra propia substancia; en la Eucaristía es Jesucristo quien nos transforma en Sí mismo, dada la potencia de ese alimento, como modo de hacernos ver que nos invade.

Esta es la realidad proclamada por S. Pablo: (Ga. 220) “…Vivo, pero no ya yo; es Cristo quien vive en mí.”

Banquete: Esa comida la instituye el Señor para ser tomada en familia, es comida de hermanos en la gran Mesa del Es costumbre de todos os pueblos y culturas manifestar la acogida, la concordia, la amistad en la mesa del banquete. En concreto la Biblia nos ofrece múltiples ejemplos a este respecto. Recordemos que Israel fragua como pueblo de Dios en el banquete del cordero en la cena pascual. (Ex. 12) Precisamente será ésta la fiesta por excelencia de Israel Todas estas experiencias, y muy en concreto la cena del cordero, las recoge e incorpora Jesucristo en la Eucaristía. De hecho, la instituirá precisamente en la fiesta de su última Pascua con sus discípulos. Ésta será el gran Banquete del nuevo pueblo de la Iglesia, y el culmen de toda su liturgia.

Cuerpo místico: La Eucaristía es la expresión más real y también más intuitiva del Cuerpo místico.

(1 Co. 1016-17). “… Aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan.” Es decir, que como todas las células de nuestro cuerpo se nutren de la misma comida, así al comer todos en el mismo pan, el mismo, idéntico alimento, el Cuerpo de Cristo, estamos constatando y proclamando que constituimos una misma e idéntica realidad con Jesucristo y con nuestros hermanos.

Nueva Alianza: En el T. Dios sella una Alianza con los Patriarcas Abraham, origen de Israel, con Isaac, y con Jacob. Después con todo el pueblo (Ex. 243-8). La Alianza se constituye con sangre de animales, ya que los israelitas creían que la vida residía en la sangre, y de este modo la Alianza se convertía como en un ser vivo. La Alianza de Dios con Israel es la columna vertebral de todo el A.T.

Así Dios va preparando durante siglos lo que será la Nueva y definitiva Alianza en la Sangre de su Hijo.

Jr. 3131-34. Prenuncio y promesa de la Nueva Alianza, perfecta que ya no se quebrantará. Jesucristo lo afirma categóricamente:

En todas las narraciones que conservamos de la institución de la Eucaristía Él lo hace constar: “Sangre de la Alianza nueva y eterna…” El hombre es defectible; él rompería la Alianza una y otra vez, como ocurrió en el A.T.

Jesucristo revela la razón de esta absoluta perennidad: Esta Alianza es sellada por parte de los hombres por el Hijo eterno del Padre que es indefectible.

Sacrificio es constituir algo sagrado por su entrega y donación a Es una manera de manifestar nuestra dependencia del Ser Supremo, de la adoración, el culto, la acción de gracias, etc. que le debemos.

Es innato en el hombre esta necesidad de religación con la Divinidad, y así se descubre en todos los pueblos primitivos.

Dios hace ver a lo largo de todo el A.T. la importancia del sacrificio, y legisla detalladamente sobre las clases de ofrendas y su liturgia con un doble fin: Conseguir que Israel asimile la importancia del culto al verdadero Dios, y preparar lo que será el verdadero, único y perfecto Sacrificio ofrecido por Jesucristo.

El Hijo ofrece al Padre el Sacrificio pleno en la cruz, que se prolonga y continúa en la Eucaristía; no son dos Sacrificios, sino uno solo con dos aspectos: Cruento (con derramamiento de sangre) en el Calvario, e incruento y místico en la Eucaristía.

Esta realidad excede en grado infinito toda capacidad de invención humana, y es, ya sólo por sí mismo, una prueba de la verdad de nuestra fe y de su origen divino: Supone el misterio trinitario, porque es la segunda Persona de la Trinidad la que se ofrece al Padre; supone que el Hijo eterno se encarne, que muera en la cruz; que se “transubstancie” en un pedazo de pan (¡Que Dios se diga pan, y lo sea!); que continúe desde ese pedazo de pan ofreciéndose como Sacrificio a través de los siglos. Añadamos que al fusionarnos consigo en un solo cuerpo místico, nos constituye sacerdotes y víctimas con Él en cada Eucaristía, puesto que es ofrecida por Cristo Cabeza con toda la Iglesia y por cada uno de los fieles. Y porque lo ofrece y se ofrece Jesús, el Hijo del hombre, y con Él nosotros, somos los hombres los que lo ofrecemos; porque lo ofrece el Hijo eterno de Dios, es Dios quien lo ofrece. Así podemos nosotros, pobres criaturas, hacer a Dios un Sacrificio “de condigno”, es decir, digno del mismo Dios (¡!).

Este Sacrificio realiza en sí las cuatro dimensiones: Latréutica (adoración), eucarística (acción de gracias), satisfactoria (reparación por el pecado) e impetratoria (petición de favores y ayudas). Todo en un solo acto oblativo al Padre en el Espíritu Santo con nosotros los hombres y por nosotros.

7.  CONCLUSIÓN

Todo esto y mucho más, que no consideramos, lo realiza Jesucristo con un pedazo de pan y con las palabras transparentes y elementales: “Esto es mi Cuerpo”.

Baste todo lo dicho, escueta y mutiladamente, para obtener las siguientes conclusiones:

-La realidad inmensa de que Jesucristo es “el verdadero Pan de vida”.

-La riqueza desbordante de esta afirmación que daría materia de reflexión para toda la

-La fuerza pedagógica, la genialidad y el ingenio de quien concibe el misterio eucarístico.

-El poder absoluto de quien efectivamente lo

-La presencia trinitaria en toda esta inabarcable realidad, obra de las tres divinas

-El hecho de que Jesucristo lleva veinte siglos conviviendo con nosotros, presente y actuante en el

-El agradecimiento a Dios por el don de la fe, que nos obtiene el aceptar todas estas

Todo se puede resumir en la frase definitiva de S. Pablo: (Col. 217) “Todo eso (el A.T.) es sombra de lo venidero, pero la realidad es el Cuerpo de Cristo.” 

COLOQUIO:

¿Qué razones descubres por las que Jesucristo se presenta como pan y su valor pedagógico? (2 y 3).

¿De qué medios se vale Jesucristo para preparar al auditorio a la revelación de la Eucaristía, y cuáles te parecen más eficaces para este fin? (4).

De las cualidades de ese pan que Jesucristo promete ¿en qué aspectos insistes? Razónalo. También podrían considerarse en su (5).

Tal vez el mejor modo de responder a este punto sea ir recorriendo y comentando los diversos aspectos de la Eucaristía aquí señalados. (6).

Indica algunas de las conclusiones expuestas que consideres más (7).

Y mira si de ellas se puedes sacar aplicaciones prácticas para nuestra vida