LA EUCARISTÍA COMO BANQUETE (P. J. de la Cueva, SJ) – 1

jueves, febrero 1st, 2024



Publicado por congregacion

Comenzamos los temas para las reuniones de equipo de este curso 2020-2021, retomando algunos temas preparados por el Padre de la Cueva para otros años. Quiere ser un “homenaje implícito” a lo que ha sido su vida y su legado en favor de la CMA. Hemos elegido para empezar ‘la Eucaristía como banquete’, para que nos ayude a vivir y disfrutar del “pan vivo bajado del cielo”, que comemos en cada Eucaristía.Es la primera de la “triple E”: Eucaristía, Ejercicios y Equipos, para este año en la que queremos ‘no afligirnos y ser, con María, testigos de Esperanza

Tema 1. LA EUCARISTÍA COMO BANQUETE

BANQUETE HUMANO Y BANQUETE BÍBLICO

El banquete es un lenguaje universal. Todos los hombres lo han entendido siempre. Con él se expresa la hospitalidad, la amistad, los sentimientos compartidos, especialmente la alegría y el regocijo, la unión de los ánimos, y muy particularmente la vinculación gozosa de los miembros de una familia.

Sentarse a comer en común es crear entre los comensales una corriente de intercomunicación; así lo denominaban los latinos “convivium” = convivencia.

En una sociedad patriarcal todos estos valores se viven intensamente. Aun ahora, tan lejanos de los ambientes patriarcales, así se siguen celebrando las fiestas familiares en días especialmente señalados.

El banquete ha tenido también en muchas religiones un sentido sagrado. Este aspecto sacral es fundamental en la Biblia como una manera misteriosa de participar en la proximidad y “convivencia” con Dios.

No sólo Dios se nos da en alimento, sino que nos convoca para que lo tomemos en común, en forma de convite de hermanos convidados a la gran mesa del Padre.

Dios salva colectivamente; no nos salvamos porque nos entendamos bien, cada uno en privado con Dios, sino porque nos insertamos vitalmente en la comunidad de salvados que es la Iglesia.

Esta verdad, fundamental de nuestra fe, queda plasmada expresiva y gráficamente en el ser más hondo de la Eucaristía al ser constituida como convite. De este modo Jesucristo la interpenetra de todos los múltiples y fecundos aspectos humanos y religiosos que se dan en el banquete.

* EN EL N. T.

A.  Los banquetes de Jesús

Jesucristo asume en su vida, sus costumbres y su enseñanza todos los valores indicados del banquete familiar, amistoso y religioso. Su expresión definitiva será el banquete eucarístico.

Sorprende, dado lo parco que es el Evangelio en datos y detalles, la profusión de noticias que se nos ofrece sobre comidas y banquetes.

El Señor acepta invitaciones, e incluso las provoca, con toda clase de personas y en diversidad de ambientes.

(Mt. 9,10-11. Mc. 2,15-16. Lc 5,29-30). Para festejar la vocación de Mateo Leví, Jesús asiste al banquete con publicanos, lo que provoca el escándalo de los fariseos.

(Lc. 7,36-50). En casa de Simón el fariseo. Perdón de la pecadora.      (Lc. 14,1). Jesús en casa de un fariseo importante.

(Lc. 19,5-10). Con Zaqueo, el publicano y su familia.      (Lc. 10,38-42). Con la familia amiga de Betania.

(Jn. 2,1-12). Banquete de bodas en Caná.

(Jn. 12,1-12). Cena en Betania después de la resurrección de Lázaro.

B.  Después de la Resurrección

Si los hombres hubieran inventado el Evangelio nunca habrían puesto al resucitado comiendo, y mucho menos con la insistencia que se da en las apariciones de Cristo glorioso.

Lc. 24,41-43. En la primera aparición a los discípulos reunidos.

Lc. 24,28-31. En Emaús. Nótese que la narración está llena de rasgos eucarísticos que evocan intencionadamente los gestos de Cristo en la última cena.

Lc. 24,31-35. Es significativo que los dos discípulos reconocen a Cristo resucitado precisa-mente en “la fracción del pan”, nombre con que es designa a la Eucaristía en los Hechos.

Jn. 21,9-15. Aparición en el lago con los panes y los peces muy cerca del lugar de la multiplicación.      (Hch. 1,4). “Mientras estaba comiendo con ellos…” Cristo resucitado.

(Hch. 10,40-41). Pedro al centurión Cornelio: “…y le concedió la gracia de aparecerse… a nosotros, que comimos y bebimos con Él después que resucitó de entre los muertos.”

(Hch. 2,42-46). La primera comunidad cristiana de Jerusalén celebra el banquete eucarístico como una manera de revivir las comidas con el Resucitado.

C.  El banquete escatológico

La gloria eterna aparece con insistencia como un festín a la mesa del Padre. Es clara la dimensión escatológica del banquete eucarístico:

-En la Eucaristía se inaugura ya aquí y ahora la plenitud de la gloria eterna

-Comemos carne de resucitado que opera en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu la transformación que nos constituirá en resucitados

-Nos fusionamos ya en el amor con Dios y con los hermanos que alcanzará en el cielo su consumación definitiva

-Ya estamos sentados a la mesa del Padre, ahora tiene que ser apoyados en la fe, porque “andamos en espejo y en enigma”, después será cara a cara y en visión, pero la realidad es la misma, sólo difiere en la manera

(Jn 6,39-40. 44. 47-51. 55-58). En el sermón eucarístico Jesucristo insiste reiteradamente en que la Eucaristía da la vida eterna, el que la come no muere, permanece en Él de modo miste-rioso como Él permanece en el Padre y será resucitado en el último día.

Mt. 8,11-12. La gloria eterna como banquete al cual son llamados también los gentiles. Recuérdese el universalismo del festín mesiánico en Isaías.

(Lc. 13,25-30). Los escogidos y rechazados en el banquete escatológico.

(Mt. 22,1-10). Parábola del banquete nupcial. “El Reino de los cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo.”

(Lc. 14,15-24). Parábola de los invitados a la cena. “¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!”. Esta frase da pie a la parábola.

(Mt. 25,21-23). En la parábola de los talentos el premio de los servidores fieles es la participa-ción en el banquete de su Señor.

En la última cena la dimensión escatológica se marca de múltiples maneras:

(Mt. 26,29). “…Hasta que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre.”

(Lc. 22,15-16). “Con ansia he deseado comer esta pascua con vosotros antes de padecer, porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios”.

(Lc. 22,29-30). “…Para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino.”

LA EUCARISTÍA INSTITUIDA COMO BANQUETE. EL BANQUETE DEL CUERPO MÍSTICO

A. Una comunidad de salvados

Cristo infunde en cada uno de sus fieles la gracia que es la vida trinitaria; con ella realiza en nosotros un nuevo nacimiento que nos constituye en “nueva criatura”, miembro integrante de su Iglesia.

Jn. 3,3-8. “…El que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”.

Somos algo así como una prolongación de la Trinidad. De aquí la proporción constante en el Evangelio de S. Juan: Como el Padre a mí así yo a vosotros y así vosotros unos con otros.

(Jn. 6,57). “… Como yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí”.      (Jn. 15,9). “Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros…”

(Jn, 10,14-15). “… Conozco a mis ovejas … como me conoce el Padre y yo a Él…”

(Jn. 13,14). Después del lavatorio de los pies: “Os he dado ejemplo para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros”.

(1 Jn. 4,11). “Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros”. Hemos sido fusionados por un solo principio vital que es el Espíritu Santo:

Rm. 8,15-17. La efusión del Espíritu Santo.      Ga. 4,4-7. Ídem.

Si nos une y vivifica un solo principio vital es que formamos un solo cuerpo en Jesucristo-Cabeza.

Esta unión es más que biológica: porque su potencia unitiva es mayor que la que unifica en un ser vivo los diversos miembros de su cuerpo, y porque la vida que se nos infunde es infinitamente superior; es la vida trinitaria.

Todo esto es acción de Dios en nosotros. La manera de que persistan en nosotros estas realidades es permaneciendo unidos por la vida de la gracia con Cristo y, a través de Él, con los hermanos.

Jn. 15,1-17. Alegoría de la vid y los sarmientos. Lección definitiva de Jesús.

La doctrina del Cuerpo místico como realidad física, aunque no sensible, sólo captable por la fe, supera de tal manera nuestros datos cognoscitivos que el hombre no hubiera podido nunca inventar-lo. A partir de aquí se puede establecer una razón apologética: Dios lo ha revelado; el hombre es in-capaz de construirlo.

B.  El Cuerpo místico en la Eucaristía

Dios nos ofrece una manifestación gráfica e intuitiva del Cuerpo místico y lo expresa magistral-mente en la Eucaristía:

1.Utiliza todos los elementos característicos del banquete ya indicados para que entendamos, al calor y a la luz de la Cena del Señor, cómo somos familia de salvados reunidos a la gran mesa de nuestro Padre, “de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra”(Ef. 3,15).

2.La unión expresada y realizada en esta Cena es infinitamente más estrecha y más íntima que en cualquier otro banquete, puesto que nos fusiona en esa identificación, que decimos, más que biológica. Se manifiesta sensiblemente en el hecho de que todos los comensales no sólo participamos del mismo festín, sino que comemos la misma comida numéricamente idéntica. Todas las células de nuestro organismo se nutren de la misma comida; de una manera todavía más intensa todos los miembros participantes en el convite de Dios nos nutrimos del mismo alimento, ya que cada uno recibe todo el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo que se entrega

1 Cor 10,16-17 “El cáliz de bendición que bendecimos ¿No es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos ¿No es comunión con el Cuerpo de Cristo? Porque, aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan.

No cabe modo más intuitivo y evidente de mostrarnos que constituimos una Única realidad viva todos los miembros en Cristo-Cabeza.

Aquí se consuma la unidad que Cristo pidió para los suyos en el amor trinitario cuando la noche de la entrega total en su oración sacerdotal al Padre.

Jn. 17,11. 21,17. La fusión de los fieles en el amor trinitario.

C.  El reino de los cielos

“Reino de los cielos” en Mateo, “Reino de Dios” en Marcos y Lucas, “Vida eterna” en Juan vienen a designar la misma realidad: La voluntad salvadora de Dios que tiene su consumación en la gloria eterna, pero que empieza a verificarse ya aquí en la tierra. Se sitúa el hombre en trance de salvación no por un título o un diploma, sino por la pertenencia vital al Cuerpo místico. El Cuerpo místico abraza en su unidad a todos los fieles triunfantes en el cielo o peregrinos en este mundo, sin división ni discriminación. Todos tienen por Cabeza a Cristo Jesús y por principio vital al Espíritu Santo.

Manera gráfica de sensibilizar esta realidad es el banquete eucarístico, que se verifica en este mundo y se proyecta en el banquete de los cielos, los fieles situados a una y otra orilla, separados por el trance de la muerte corporal, participan del único convite del Padre.

PROYECCIÓN EN NUESTRA VIDA

A. Banquete es fusión de ánimos, corazones, amistad e De aquí se desprende que la primera pregunta que hemos de hacernos es ¿Cómo vivimos la caridad? No podemos participar en el banquete del Cuerpo de Cristo y lacerar el Cuerpo místico de Cristo hiriendo a los miembros del Señor. ¿Qué decir si no sólo lesionamos la caridad, sino también la justicia?

No basta con no hacer el mal; tenemos que vivir positivamente la caridad construyendo el amor, la concordia y la unidad. Ser conscientes que la Eucaristía es el culmen del amor y su fuente por excelencia.

Todo pecado tiene una dimensión eucarística porque todo pecado es lesión del amor, ese amor que Cristo vive e irradia en el banquete eucarístico.

B. La vida de la gracia, Gracia es la vestidura nupcial necesaria para participar del banquete de Gracia y caridad se fusionan. Afán de limpieza para ser menos indignamente comensales de la Eucaristía.

Necesidad de delicadeza de conciencia (no escrúpulo) si hemos de comer la Cena del Señor.

Valoración y práctica del Sacramento de la Penitencia. Vinculación, tantas veces marcada por Juan Pablo II, entre ambos Sacramentos.

1 Cor 11, 27-31. “…Examínese cada uno, y coma entonces el pan…”

C. Ese amor vivido en el convite tiene que proyectarse en todos los ámbitos de nuestra vida como surtidor de caridad hecha servicio: Vida familiar, social, asistencial, trabajo, ..

D.Todo banquete, especialmente el de bodas, va marcado por la alegría. El banquete transcendental tiene que ir marcado por la alegría transcendental, que no elimina el sufrimiento, pero que sobrenada por encima de todo dolor por grande que

Necesidad de vivir la alegría hacia dentro y hacia fuera, de irradiarla, de saber dar testimonio de nuestro gozo pascual.

Si no nos alegramos suficientemente es porque no valoramos el banquete al que Cristo nos convoca como anfitrión y como alimento. ¿Somos de veras alegres?

E. Universalidad del Esta realidad esencial nos lleva al amor universal indiscriminado a amigos y enemigos.

Amar no es condescender hay que saber amar y disentir e incluso oponerse, pero el amor tiene que quedar intacto en lo profundo y en la cumbre.

F. Banquete escatológico. Obligación de pensar en el cielo, vivir para el cielo, desear el cielo y nuestra participación en el festín que el Padre nos tiene Pero no entraremos en el banquete de nuestro Señor si no negociamos mientras viene y no trabajamos con nuestros talentos.

G. Facilidad con que nos excusamos de asistir al banquete eucarístico. ¿Por qué?

Para el COLOQUIO

¿Qué te sugieren los banquetes evangélicos de Jesucristo y su sentido pedagógico, humano y religioso, especialmente después de resucitado?

Subraya algunos aspectos de la Eucaristía como banquete escatológico, prenuncio de la gloria eterna, que se empieza a realizar ya aquí y ahora; su valor didáctico, teológico y ascético para nuestra vida espiritual.

Ofrécenos ideas prácticas para que el banquete eucarístico tenga proyección y vigencia en nuestra vida diaria.